Mi pasión por la calaveras
Hoy voy a compartir con vosotros una parte muy personal, mi pasión
por las calaveras.
Os voy a contar como comenzó y lo que significan para mí.
A muchos les puede parecer una cuestión de moda o de estilos,
pero para mí significa mucho más que eso.
Pero vamos a empezar por el principio…
Desde pequeña sentía una atracción inexplicable por este tipo
de imágenes, algo que en mi entorno familiar no era de agradado.
Para entender mejor la situación debemos imaginar también el
momento, si yo tengo actualmente 40 años vamos a decir que hace 35 años en un
pueblo y en el núcleo de una familia bastante religiosa, pues imaginaros la gracia
que les daba que una niña pequeña dibujaras calaveras y le gustara este tipo de
imágenes que se vinculaba solo a la muerte.
Con el paso de los años voy creciendo y cada vez más a más mi
pasión por las calaveras, cada vez que podía me compraba algo que las tuviera; ropa,
colgantes bolsos, etc.
Aunque el mundo gótico me gusta, nunca me he definido dentro
de ese estilo, más bien puedo decir que no me defino con ninguno, porque
siempre me pongo lo que me apetece y mezclar estilos me encanta, pero si puedo nunca
me falta el detalle de una calavera en cualquier parte.
Hasta aquí puede ser algo normal, pero todo cambia cuando un
día con poco más de 18 años voy a un mercado con muchos puestos temáticos, que ponían
en la plaza de un pueblo.
Me paré en uno que era de esoterismo, porque me llamo mucho
la atención un libro que su portada era una calavera, cuando lo cogí me dio un mareo
que incluso llegué a perder el conocimiento por unos momentos, hasta el hombre del
puesto salió y me tuvo que atender.
Recuerdo que me sacó una silla y un vaso de agua.
Se llamaba Carlos y era argentino, me pasó a la parte de
dentro puesto que era como una caseta prefabricada, donde había un pequeño habitáculo
con dos sillas, una mesa y muchas cajas de los artículos que vendían.
Estuvimos un buen rato hablando y me explico muchas cosas
sobre lo que me ocurría, en aquellos momentos sus palabras fueron reveladoras
para mí, por primera vez en mi vida empezaba a comprender algo, pero esa conversación
por ahora la voy a guardar en mis recuerdos, quizás algún día la comparta.
Cuando me recuperé un poco más compré el libro y fui con mi
madre que me estaba esperando fuera a una cafetería cercana.
Ese día era un 15 de agosto, no lo olvidaré nunca porque en
la cafetería abrí el libro y vi que casualmente era el día que se celebraba la
festividad de San la Muerte.
En aquel justo momento saltaron los fusibles de la cafetería
y hubo un apagón de luz, pero supongamos que también fue casualidad porque era
un edificio bastante antiguo.
No os voy a mentir, me puse muy nerviosa cerré el libro y lo guardé en el bolso. Incluso mi madre que se asusta con mucha facilidad me dijo que lo tirara.
Cuando llegué a casa, me fui sola a mi cuarto y volvía a coger el libro. Es muy pequeño solo consta de 28 páginas y creo que solo he leído las primeras, pero estas primeras páginas han dejado huella en mí.
El libro se llama “San La Muerte” del autor Abel Brozzi,
comienza con una breve pero preciosa oración.
Yo
soy “La muerte”, no me temas,
pues
te acompaño desde siempre.
Tienes
tu tiempo y yo el mío,
puedes
morir y no perecer.
Yo,
me llevaré lo que no te sirva.
Lo
que se te ha prestado, deberá ser devuelto.
Pero
depende de ti, el provecho logrado.
En este libro cuenta varias versiones
del cual fue el origen de San la Muerte, que es un santo que se suele venerar
en algunos lugares de Argentina.
Una de ellas dice, que hubo una
vez un bondadoso rey, que fue conocido por su gran sentido de la justicia.
Cuando este murió fue recompensado
en el cielo por Dios, que le encomendó una función.
Lo llevó a un lugar donde le mostró
un trono para que él se sentara, el trono estaba situado enfrente de una
infinidad de velas que él tenía que observar. Algunas de ellas estaban recién encendidas
y otras a punto de apagarse.
Dios le explicó que cada una de
esas velas correspondía la vida de un ser humano y que al apagarse su llama él
debía bajar a la tierra y recoger su alma para guiarlas a su lugar.
Cuenta la leyenda que desde
entonces los hombres veneraron a la muerte para que cuidara de la llama de su
vida.
Para mí las calaveras representan
un símbolo de justicia y personalmente pienso que ser justo es uno de los
valores importantes que se debe tener.
Cuando actúas bien y con buena
voluntad lo justo es recibir lo mismo, aunque no ocurra inmediatamente con el
tiempo creo que nuestros actos serán recompensados o castigados. Pero no
confundamos la justicia con la venganza, porque si alguien se porta mal contigo
la justicia sola se encargará de darle lo que le corresponde, porque si actúas
de igual manera y le devuelves el daño, eso ya no sería justicia sería
venganza.
Mi camino lo intento guiar llevando
uno de estos valores como prioritarios y llevar una calavera conmigo me hace
recordar siempre que la vida te devolverá lo que siembres tanto para lo bueno
como para lo malo.
Desde que descubrí a San la Muerte
he conocido muchas historias que me han hecho indagar más en esta creencia, incluso
yo también he tenido alguna experiencia relacionada con el tema y citando a
Michael Ende “Pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión”.
Hasta el próximo post.