Morir solos
Si la muerte es triste en cualquier situación, más triste es cuando no te dejan de estar con tus seres queridos.
En estos días muchas familias están pasando ese doble dolor, saber que se han ido sin poder verlos por ultima vez, ni despedirse de ellos.
Esto no es algo nuevo, siempre hay personas en el mundo que pasan por estas situaciones constantemente.
Las muertes trágicas o inesperadas están faltas de despedidas. Pero son situaciones impredecibles en la mayoría de casos. Cuando alguien muere tras una larga enfermedad, puede contar con el apoyo de sus seres queridos y todos son consciente que puede tener ese desenlace. Pero lo que hemos vivido en estos meses, no tiene precedente. Muertes inesperadas y separados de sus seres queridos.
Muchas de ellas pudieron ser evitadas y ahora se analizan para buscar culpables, pero ya es tarde. Esas vidas no van a ser devueltas.
Es muy triste escuchar una cifra de muertes, pero más triste es saber cada historia que hay tras un número.
Muchas de estas familias, piensan día y noche en cómo estarán sus seres queridos que fallecieron.
Por los mensajes que me llegan acerca de este tema, una de las mayores preocupaciones, es si su alma está peor por morir sin despedirse y aislado.
Al morir, el alma abandona el cuerpo y empieza a ser consciente de lo ocurrido, este proceso es diferente en cada persona. No hay un tiempo estipulado en el cual el espíritu toma conciencia de que ya no está vivo y de las circunstancias en que murió.
El tiempo previo a la muerte de una persona que está consciente y está viendo lo que ocurre a su alrededor, es lo peor. Porque sufre la impotencia de no poder hacer nada y no tener consuelo, es muy duro. Pero cuando llega la hora de la muerte, esos sentimientos que son terrenales desaparecen conforme van evolucionando. Por lo tanto, no tiene que estar peor el alma de una persona que hubiera muerto en estas circunstancias qué otra.
Por otro lado están los familiares que sufren la pérdida. El daño psicológico que están padeciendo mientras están separados de su ser querido, es enorme y más cuando acaba en tan fatal desenlace. En algunos casos me parece más preocupante este daño psicológico, que el estado del espíritu. Ya que le ocasiona una dolorosa existencia por un largo tiempo a las personas que sufren la perdida, y sin embargo el espíritu continúa su evolución antes.
El desconocimiento de cómo se encuentran y los remordimientos de lo que se pudo haber hecho y no se hizo, prolonga la agonía de las personas que lloran a un ser querido fallecido.
La persona fallecida desde su nuevo estado va a ser capaz de vernos y sentir nuestro dolor. A partir de ese momento nuestros pensamientos serán visibles para ellos, por eso siempre digo que las despedidas cuando se sienten con el corazón pueden suceder después de la muerte.
Pero entiendo perfectamente que siempre queda en nuestro interior esa espinita de no haber podido estar a su lado, en el último momento. Aunque seamos conscientes e intentemos convencernos de esto, nunca es igual que despedirse físicamente.
Lo tangible crea la firmeza de la certeza y lo espiritual siempre alberga la duda de la realidad.
Decir adiós, creemos que nos dará consuelo, pero el consuelo solo está en nuestra mente.
La despedida no mitiga el dolor, pero nos aferramos a ese pensamiento creyendo que todo hubiera sido de otra manera, si nos hubiéramos despedido.
En definitiva, el dolor de una muerte por coronavirus, no es más grande que el dolor por otro tipo de muerte, pero el desconsuelo de pensar en la soledad, la hace que la suframos de diferente manera.
Sed fuertes y ojalá acabe pronto esta triste pandemia.